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En la gran puerta colgaban
y en la gran luz del fuerte
las catorce prendas viejas
las robadas y estrechas
las llevadas en las fiestas
las ansiadas por las nietas.

En la gran puerta colgaban
entre vientos y gemidos
entre bosques y testigos
entre niños y mendigos
las catorce prendas rotas
las robadas y con notas.

En la gran puerta colgaban
en lo alto del presente
las catorce prendas viejas
las usadas y mal hechas
las robadas y deshechas
las buscadas y maltrechas.

En la gran puerta colgaban
en lugar del penitente
las catorce prendas viejas
recordadas en las siestas
registradas en asientos
contempladas sin aliento.

Tercer día de diciembre
ocurría un suceso
se veía por el cielo
elementos de la suerte
vientos fuertes los movían
por ventanas ingresaban
a la sala ocupada
en la casa de la playa.

Torturaban a las partes
de persona masculina
deposada con elogios
con Cristina la perversa
obtenía grandes honras
por ideas adquiridas
por las letras que veía
los domingos por la tarde.

En revista distinguía
las tendencias que servían
en espacios decorados
despreciados por extraños
por los hombres olvidados
en los días sin romance
de amantes pervertidas
en los actos sin salida.

Pepe Penas se lamenta,
todo le sale mal
Da órdenes que no se dan,
Mira arriba, cree confiar
Odia y grita como cualquiera
Lee un best-seller y siente ser especial,
Sonríe por un segundo y luego piensa,
Mira las paredes y surgen mil preguntas,miedo y dudas

Grita cada vez que me ve,
cuando habla no lo quiero escuchar
Pepe Penas está asustado,
cree que todo ha terminado

La lucha con quien es?
Qué hay que demostrar y a quien?
Atrevida mente podría sin ti vivir?
“Mande usted señor, a sus ordenes yo me encuentro”

Autor: Xavier Erazo Ortiz

Se despide el mago, caminando hacia el puente
Cruzando el camino que un día amó,
Dejando el destino que un día buscó
Llorando el silencio, dejando el rencor

Un polvo de estrellas marca su pasado,
un reloj de arena, un manto blanco
El silencio se adueña de su corazón
La mente grita, quiere descanso

Aquel largo mantra que nunca entendió,
Poco a poco lo liberó Ser, estar, lograr, encontrar
Hacia un nuevo refugio
donde pueda llegar.

Autor: Xavier Erazo Oriz

Una campanada del viento
Rozando la tarde
Recuerdos míos te traerán.

Recordarás mi beso furtivo
Detrás de las cortinas del río.
Mi carrera tras el tiempo
Para asir tus manos
Y retenerte dos veces más.

Recordarás la primavera en el invierno.
Desearás mi amor de verano,
Cuando gotas de rocío mojen tu piel,
Como aquella tarde que caló nuestros cuerpos,
El armonioso deseo de tocarnos por primera vez

En la cima de tu soledad mi voz escucharás
En el gemido de la tarde que se va.
Una lágrima de melancolía rodará por tu mejilla.
Extrañarás mi presencia.
Llorarás por mi ausencia.

Entonces llegaré con el trinar del anochecer,
Cuando empiece a respirar y se pegue a tu piel.
Me iré con la sonrisa del alba,
Cuando el sol descienda las llanuras del amanecer
Después de ser el agua fresca que bañe tu ser.

Recordarás tus aciagos días
Cuando una sola palabra mía
Las convertía en alegría: TE AMO.
Recordarás mi adiós
Cuando resequen tus labios
Porque no te sabrán besar como yo.

Me quedaré en el carril de la tarde
Viéndote pasar con recuerdos míos
Que quisieras olvidar.